viernes, 11 de octubre de 2013

5. El sentido de la vida

4.1       Sólo quien tiene un para qué vivir, puede enfrentar cualquier cómo que le presente la vida.

      Mientras los animales se encuentran en la vida, sin otro cometido que vivir, el ser humano toma conciencia de su ser, de su existencia, del mundo... Esta conciencia le lleva a una serie de interrogantes: ¿quién soy; cuál es el por qué y el sentido de esta u otra acción, cuál es el sentido de la vida misma?


 http://www.youtube.com/watch?v=iKxfhJy43n0#t=160 
 Siempre hay una razón para vivir ¿Cuál es la tuya?

      La vida nos va enfrentando a diversos retos u obstáculos cuyo origen a veces está en el exterior  -decisiones de otros, guerras, catástrofes, hambrunas, terrorismo, delincuencia– y otras, está en nosotros mismos –temores, debilidades, ignorancias, egoísmos, vicios, enfermedades.  Pero Ortega y Gasset tenía una frase que es muy válida:
                                          “Yo soy yo y mis circunstancias; si yo no las salvo, yo no me salvo”. 

       Y así es; es lo que nos diferencia de toda otra creatura: La planta marchita al lado de una botella llena de agua pues no puede ir por ella; el ave construye los mismos nidos a pesar de  lluvias y vientos… ¿No os parece que a veces el ser humano se comporta de modo semejante a los vegetales y animales,  haciéndose esclavo sin serlo?  Nuestro ser no fue creado para volar; pero inventamos el avión y surcamos alturas a velocidades superiores a toda ave; acortamos distancias y nos conectamos con continentes lejanos, venciendo tiempos y espacios; no emigramos sino construimos casas, vestuarios y acondicionamos el aire; sin un organismo apropiado para vivir en el mar, nos sumergimos en  él y ponemos a prueba submarinos y vehículos submarinos autónomos teledirigidos… También creamos danzas, música, canciones, instrumentos que superan los sonidos de la naturaleza…  Pero despreciamos las fortalezas del ser, cuyo poder requiere ser dirigido tras un noble sentido y sub-yugados por el placer y poder, despreciamos la vida y la creatividad se transforma en destrucción, degradación, aniquilamiento, deshumanización.

       Si no superamos las circunstancias, nosotros no nos superamos.  El Psiquiatra Víctor Frankl es prueba de que podemos superar cualquier cómo de la vida, si tenemos claro un para qué, un sentido de vida.  Los animales simplemente viven, disfrutan del vivir por vivir; atenta contra su bienestar el hambre, el frío, el no tener un espacio donde resguardarse de las inclemencias del tiempo y del ataque de los otros animales, el perder el liderazgo en la manada… Nosotros tomamos conciencia de nuestro ser, de la vida, del nacimiento y de la muerte, de nuestros afectos, creencias, ideas y diversos vínculos que vamos formando con los demás; tomamos conciencia de nuestra identidad que nos hace únicos, irrepetibles, irreemplazables, dignos… y, sin embargo, nos etiquetamos y clasificamos como cosas y, en medio de avanzadas tecnologías de la comunicación y placer,  nos sentimos solos, tristes, desorientados.


 http://www.youtube.com/watch?v=CGOa77E9ZtE#t=14 
Dr. Viktor Frankl:  ¿Qué diferencia a quiénes son capaces de enfrentar 

los más grandes retos de la vida; de quiénes no? 

       Víctor Frankl, sobreviviente de cuatro campos de concentración nazis, descubrirá en medio de los peores escenarios de la vida,
 lo que llamará logoterapia; una psiquiatría para todos, un método de análisis, sanación o potenciación de la existencia.  La responsabilidad, nos dirá, es siempre ante un deber y los deberes sólo pueden ser interpretados a partir del sentido de la vida.  Quien vive a nivel de profundidad de sentido, tiene capacidad de compromiso, fidelidad, responsabilidad. Esto explica la situación en que cae quien, contrariamente a su ser, en la huida o evasión neurótica, trata de vivir una existencia “presentista”, vivir sólo el día a día, sin consideraciones pasadas ni futuras; sin sentido y sin deberes, sin compromisos ni valores por los cuales velar. También cae en esta falta de sentido quien vive en la embriaguez no sólo efecto de drogas o alcohol, sino de los medios o de sus propias obras o trabajo, despojados de sentido y valor. Resaltan, entre estos últimos, quienes sufren la llamada “neurosis dominical”, cuando el trabajo o estudio pasa a ser una forma de huida de sí mismo y de los demás; cuando no se quiere por comodidad o por temor enfrentar el mundo, ni enfrentarse al verdadero ser que estamos construyendo.

      Por el contrario, quien logra descubrir un sentido de vida por el cual vivir, en los momentos más angustiosos, penosos o de dolor, sentirá la fortaleza de la esperanza, de ese sentido que trasciende la situación elevándola a un rango de realización, reto, crecimiento. Así, el caso de quien sufre una situación límite o conmocional como puede ser la muerte de un ser amado.
Entonces, el valor o sentido de la vida, lo podemos encontrar por distintas vías:

a) A través de nuestras actividades: A veces alguien piensa, siente, que su vida no tiene valor porque su actividad carece de valor… Pues bien, no se trata del puesto o labor que alguien ejecute sino del cómo y para qué. Es de más alta estima la vida de un barrendero, quien asume en conciencia su responsabilidad de limpiar la ciudad y atender a su familia, que la vida de un médico que no asume la responsabilidad de cuidar a sus enfermos y cumplir con su familia. Es conocida la historia de quien pregunta a dos trabajadores "¿Qué están haciendo? El primero, hostilmente le contesta: "¿Acaso no ve?, estoy picando piedras".  El segundo trabajador, feliz, le dice "Estoy construyendo la Catedral de Colonia"
b) El valor de las vivencias que nos ofrece la vida misma: Junto al valor que cobra la vida por nuestros actos, están los valores que Frankl llama “vivenciales”; valores que se “acogen” en el encuentro con el universo, con la naturaleza, con la vida misma…con la belleza de la naturaleza o de la obra de arte, con la presencia de la bondad de alguien, con Dios.
Para la reflexión: “En efecto, aunque se trate de un instante, por la grandeza de un instante se mide, a veces, la grandeza de toda una vida. (…) en la vida del hombre son los puntos culminantes los que deciden en cuanto a su sentido, y un solo instante, por fugaz que sea puede proyectar retrospectivamente un sentido sobre la vida entera” (Viktor Frankl, “Psicoanálisis y existencialismo”, FCE…)

 
http://www.youtube.com/watch?v=Yhuowm3cwi4#t=212 
  Los límites los decide cada cual: 
En los momentos más oscuros, en el dolor... en el amor, 
en el nacimiento y en la partida... 
siempre hay un sentido que supera el momento

c) El valor de nuestra actitud ante las limitaciones o lo irremisible de la vida: En este caso se encuentran lo que hemos llamado en este curso “las situaciones límite”, cuando nos enfrentamos a una situación que no nos deja otra opción que enfrentarla tal cual.

      Nos hallamos siempre “en situación de…”, de enriquecer el mundo y el sentido de nuestras vidas con nuestros acciones; enriquecernos a nosotros mismos con nuestras vivencias, con la superación de nuestras crisis.

      Lo importante es captar, acoger el momento, la oportunidad para dar a la vida y para recibir de ella; ambos son deberes en ellos encontramos como se va realizando nuestro sentido… Así, no cumple con su deber quien da la espalda a la belleza del camino costero o al sonido de las gaviotas o colores y aromas de las flores que nos acompañan en nuestra ruta.

      Igualmente, debemos distinguir en la vida dos dimensiones distintas que se coordinan: la gran misión de nuestras vidas, trascendente a toda situación, vinculada tal vez a la eternidad y el valor situacional o el sentido de cada situación u oportunidad que se ofrece como único momento para realizar a través de la vida cotidiana el valor que le trasciende. El gran y frecuente error, es dejar pasar esos momentos que, como todos los momentos, son únicos… ¿Cuántas situaciones de vida hemos desperdiciado?

     Es importante contemplar el sentido de la vida, desde una perspectiva que permita apreciar su desarrollo en el tiempo, pues la forma de enfrentarlo y enfrentarnos cambia a lo largo de la vida.  No aspira a conseguir lo mismo un niño, un adolescente, un adulto o un anciano.  No significa que cambie el sentido de vida, si era auténtico, sino que cambia la forma de llevarlo a cabo porque cambia el escenario, sus protagonistas y nosotros.

      La percepción correcta  del mundo y del futuro es esencial para la Salud Mental. Si uno tiene claro cuál es nuestro papel en el mundo, y del mundo para con nosotros, sabremos cómo desplazarnos en él; qué valorar y ante qué ser indiferentes o dar su justa importancia.  Es aquí donde Frankl detecta grandes carencias, sobreestimaciones y desvalorizaciones erradas, indicadores de graves desajustes emocionales.  La necesidad de sentido hoy en día no se satisface plenamente, pues son muchas las personas que sufren lo que Frankl llamó "vacío existencial", que consiste en vivir sin encontrar un sentido a la propia vida. Este "vacío existencial" es la principal característica de lo que Frankl denominó "neurosis noógena".


      El deseo de significado se está frustrando a nivel mundial, pues va en aumento el número de personas que experimentas un sentimiento de falta de sentido que puede adoptar diversas  formas de clínica neurótica con diferentes cuadros sintomáticos (alcoholismo, depresión, obsesión, etc.). Los síntomas, en estas neurosis, serían una manifestación de desviaciones en la voluntad de significado. Existen diferentes manifestaciones de la carencia de sentido o vacío existencial: el "espíritu de cruzada o aventurismo" (abrazar de forma compulsiva una causa o actividad, independiente de su valor o contenido, como respuesta a la falta de propósito, lo que puede llevar al fanatismo); nihilismo (desacreditación de las actividades que los demás lleven a cabo, desesperación); "forma vegetativa" (que consiste en un estado de aburrimiento, con indiferencia y apatía que puede llevar a una depresión), entre otras.

4.2 Perfectibles pero no imperfectos ni perfectos

                
                   "Set fire to the rain" Adele
                                                                                             
Nos encontramos existiendo y teniendo que decidir cómo hacerlo. 
Ajenos a sí mismo, deambulan por calles solitarias o llenas de gente;
da lo mismo, huyen de su propio ser…     

       ¿Cuánto nos hemos alejado de nosotros mismos, del verdadero ser que somos?  ¿O ni siquiera hay conciencia de esta lejanía?  Ya en 1982, Karlfried Graf Durckheim , en su libro “El hombre y su doble origen”, decía:  “Privado de su verdad interior, aquella según la cual debiera vivir, el hombre enferma, entristece o se pervierte”  ( Ed. Cuatro vientos, Chile,  pág. 13)  Advertía que la joven generación de entonces necesitaba que los educadores los orientaran no sobre el tener, saber o hacer; sino sobre el ser; pero “bajo la mirada interrogante de los jóvenes, no sólo se presentaban con las manos vacías, sino que ellos mismos eran cáscaras vacías.  No es que fueran malvados y sin méritos.  Se trataba de ciudadanos conscientes, respetuosos de las leyes y de los valores morales, pero, en esencia, no tenían  ni savia ni raíces.” (Ibíd. Pág. 16)   Volver al ser, ensimismarse, re-flexionar (en el sentido de volver sobre sí), dejar los audífonos para escucharse y conocernos… ¿Difícil? ¿No hay tiempo? ¿No es conveniente ni útil? ¿Es más entretenido el exterior, con sus juegos de luces y sombras, velocidad, furia, placer y bebidas energizantes?   

 Riesgos a superar:

 a) La dispersión de energías que nos agotará y dejará una sensación de inseguridad.  Se la supera con concentración y perseverancia en lo que se ha propuesto; con "ob-ligarse" (ligarse, a- comprometerse) a terminar lo que se ha comenzado. La fortaleza es lo que nos permitirá perverar a pesar de los obstáculos que siempre surgirán, de las dificultades de las tareas (nada importante es fácil), de tener que corregir una y otra vez (es propio de quien intenta nuevos caminos).  Es importante confiar en nosotros y quitar de nuestra mente la frase "voy a tratar" por "lo haré y lo mejor posible"

b) El error no debe ser considerado como tiempo perdido sino como aprendizaje; como experiencia que nos indica la necesidad de buscar otra alternativa.  Toda gran obra, implica antes muchos papeles que van a dar al tacho de la basura: son requisito de aprendizaje.  Por ello, existe lo que se llama "ensayo"

c) El perfeccionismo que puede llevar a una "parálisis por análisis".  El perfeccionista se exige lo imposible: la perfección.  Insistimos, la excelencia consiste en hacer lo mejor posible con los recursos -talentos- conocimientos y medios que se cuenta.  Por ello, más importante que el resultado o producto, es el camino y la actitud de dar lo mejor de sí, en cada momento de nuestras vidas, que son un camino de superación

.


No hay comentarios:

Publicar un comentario