Visión holística de nuestra realidad personal
Holismo; del griego ὅλος: “todo", "entero", "total". La visión holística de la realidad, del universos, de la vida... implica una posición metodológica y epistemológica que postula : Los sistemas (ya sean físicos, biológicos, psicológicos, médicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc.) y sus propiedades, deben ser analizados como un todo contextualizado y no a través de las partes que los componen ni aislado. El todo es lo único real. el todo es más que una de sus partes y es más que la suma de sus partes.
“El reconocer, al igual que las
teorías físicas y astronómicas, que el universo, la totalidad, ocurre
continuamente; que «el todo es mayor que la suma de las partes», según el
enunciado aristotélico; que la totalidad es producto del conjunto de
relaciones, las cuales corresponden a eventos sucedidos, a otros que se suceden
y a infinito número que está por sucederse”
"En holística los límites, más
que puntos de llegada o cercas de contenido, son realidades a transcender, puntos
a rebasar, comprensiones a desarrollar...”
“Holística y filosofía se
relacionan estrechamente. Una y otra pretenden encontrar el sentido profundo de
las cosas, sin pretensión de agotar el conocimiento, ni mucho menos hacerlo
propio. Por eso, es bueno tener en cuenta que la holística tiene su fundamentación
en la filosofía y su holopraxis está expresada en la experiencia, una experiencia
que vive, observa, aprehende, abstrae, simboliza, construye..." ( Citas de http://www.telurium.net/PDF/holistica.pdf)
Hologogía
Postula la necesidad de originar
procesos educativos a partir de comprensiones que contemplen a toda la persona,
esto es, en su integridad, en su potencialidad, en su devenir, en sus
dimensiones; en su integridad y trascendencia.
Implica en cada persona ver el ser único y a su vez en ella el ser persona que nos asemeja. Implica ver el acontecimiento, el
sentido, la acción y las obras trascendiendo en una biografía personal y transpersonal. Implica vernos como personas que vivimos trascendiendo; mirarnos sin reduccionismos de ninguna índole.
Como ejemplo de esta visión, nuestro psiquiatra Sergio peña y
lillo, en su libro “El Túnel y el bardo” nos relata cómo debió indagar, por
responsabilidad psiquiátrica, terapéutica, en los misterios de la existencia
humana:
“…Continuaba pensando que una terapéutica meramente conductual de los síntomas neuróticos y psicosomáticos no podía ser suficiente y que debía lograrse una modificación paralela de las raíces personales, tanto de las visiones erróneas como de las inseguridades de la propia auto imagen que originaban los temores y las inhibiciones. Esa fue la razón que me llevó –después de muchas lecturas que, sin ser psicoanalíticas, aludían al psiquismo profundo-, a ir incorporando en el método imágenes simbólicas que me permitían comprender mejor el sustrato subconsciente de los síntomas que trataba. Así, por ejemplo, sugería la visualización del “Ascenso en la Montaña” como liberación de “ataduras” biográficas y de las programaciones ajenas a la verdad personal…” (Obra cit. “El túnel y el bardo” p. 11)…”Y también los sueños más significativos del propio paciente. Al emplear estas imágenes simbólicas pude observar que algunos pacientes me relataban que habían experimentado curiosos estados de paz beatífica, semejantes a los trances místicos y haber obtenido, de manera casi inmediata, cambios enriquecedores de su personalidad en el sentido espiritual, con una capacidad de aceptación, que no tenían, de lo ingrato y desagradable. La mayoría de ellos eran previamente sujetos religiosos y estimaban su experiencia como algo de naturaleza divina.
Fue precisamente cuando trataba de encontrar una explicación de esas extrañas mejorías, cuando tuve la oportunidad de conocer, casi simultáneamente los libros del doctor Raymond Moody y de los doctores J. Whitton y J. Fisher que –desde una visión que me era totalmente desconocida- relataban mejorías aún mayores, pero en un marco místico espiritual semejante al de las que yo había observado. El primer libro de R. Moody “Vida después de la Vida” resume y analiza los curiosos relatos de personas que, habiendo sobrevivido a accidentes de riesgo mortal, decían haber tenido extraños estados místicos y sobre todo, una radical transmutación espiritual posterior de sus vidas, con un enriquecimiento de los valores éticos que calificaban de algo sobrenatural. Todos estos casos corresponden a experiencias reales ocurridas durante la vida.
El libro de los doctores J. Whitton y J. Fisher, Vida entre las Vidas, comunica, en cambio, las experiencias obtenidas bajo trance hipnótico de los acontecimientos que ocurrirían en el estado del Bardo, que -en teoría de las reencarnaciones- corresponde al período intermedio entre la muerte y el nuevo nacimiento" (Ibíd. P12).Es así como S. Peña y Lillo inicia una sin fín y enriquecedora incursión en los Libros tibetanos sobre la vida y la muerte, los libros de medicina de los investigadores sobre antes y después de la vida... ¿Qué encontraremos nosotros, si también incursionamos en ellos?
Sobre la relación vida y muerte el Dalai Lama dice:
“Como budista contemplo la muerte como un proceso normal, una realidad que acepto debe ocurrir mientras permanezca en esta existencia terrenal. (…) Desde mi punto de vista la muerte se asemeja más a un cambio de vestimenta cuando está vieja y gastada que a un final definitivo. Sin embargo, la muerte es imprevisible: ignoramos cuándo o cómo ocurrirá. Así pues, resulta sensato tomar ciertas precauciones antes de que se produzca realmente. Es evidente que a la mayoría de nosotros nos gustaría tener una muerte apacible. Sin embargo, también está claro que no podemos esperar morir así si nuestras vidas han estado impregnadas de violencia o si nuestras mentes han estado agitadas predominantemente por emociones como la ira, el apego o el miedo. Por lo tanto, si deseamos morir bien, debemos aprender a vivir bien (…) debemos cultivar la paz tanto en nuestra mente como en nuestra manera de vivir” (Prólogo a “El libro Tibetano de la vida y de la muerte” de Sogyal Rimpoché” Ed. Urano, Barcelona, 2009. Pág.11)
Para los budistas la experiencia de la muerte reviste suma importancia, se educan para saber cómo enfrentarla pues: “Aunque el lugar y la naturaleza de nuestro renacimiento futuro dependan generalmente de fuerzas kármicas, nuestro estado mental en el momento de la muerte puede influir en la calidad de nuestro siguiente renacimiento. (…) El instante preciso de la muerte es también la ocasión para que se den también las experiencias interiores más profundas y beneficiosas...” (Ibíb. Pág. 12) Por ello para el budista es importante saber cómo ayudar al moribundo.
Al respecto el maestro budista, Sogyal Rimpoché, reflexiona:
"Las personas que se hallan a las puertas de la muerte requieren evidentemente amor y cuidados, pero también necesitan algo todavía más profundo: descubrir un verdadero sentido a la muerte y a la vida."
Y nosotros ¿sabremos cómo acompañar a un moribundo en su morir; de tal modo ayudarle en ese tránsito? El capítulo 11 de "El libro tibetano de la vida y de la muerte", se llama "Consejo de corazón sobre la asistencia a los moribundos". En él, Sogyal Rimpoché, parte contando un caso típico: Una madre de 70 años se encuentra internada en un hospicio, con cáncer terminal. Le quedan muy pocos días de vida. La hija se niega a aceptar la inevitable muerte inevitable e insiste en que con fe y pensando positivo sanará. Esta actitud obliga a la madre a ocultar sus pensamientos, temores, necesidades reales: no tiene con quien hablar de lo que realmente le interesa: no tiene con quién discutir sus por qué me pasa esto, cómo será mi agonía, qué sucederá más allá de la muerte... Apenas la hija se va, la madre llora; está sola, no tiene con quién conversar de lo más importante que está por ocurrirle: morir.
El mundo Occidental ante lo trascendente de la vida
El maestro budista Sogyal Rimpoché, reflexiona sobre lo que acontece en nuestro mundo occidental: “A pesar de sus éxitos tecnológicos, la sociedad moderna occidental carece de una verdadera comprensión de lo que es la muerte y de lo que ocurre durante y después de ella. Descubrí que hoy se enseña a la gente a negar la muerte y a creer que no significa otra cosa que aniquilación y pérdida. (…) otros contemplan la muerte con una jovialidad ingenua y despreocupada. (…) Todas las grandes tradiciones espirituales del mundo, incluyendo el cristianismo, siempre han dicho claramente que la muerte no es el final. Todas nos han transmitido la visión de alguna clase de vida venidera, que infunde un sentido sagrado a nuestra existencia presente. Pero, a pesar de estas enseñanzas, la sociedad contemporánea es en gran medida un desierto espiritual en el que la mayoría de la gente imagina que esta vida es lo único que existe.
Sogyal Rimpoché: Morir en Paz
No se trata de creer –dice Sogyal Rimpoché- en una existencia después de la muerte “en cuanto proposición filosófica, sino si lo sienten profundamente en su corazón. El maestro sabe que quien cree en una vida después de ésta tiene una actitud distinta ante la vida, un claro sentido de la moralidad y de la responsabilidad personal.” “… existe el peligro de que la gente sin una firme creencia en una vida después de ésta acabe creando una sociedad centrada en los resultados a corto plazo, sin pararse a reflexionar en las consecuencias de sus actos. ¿Podría ser éste el motivo principal de que hayamos creado un mundo tan brutal como el que ahora ocupamos, un mundo en el que hay tan poca compasión? (…) Nuestra sociedad está obsesionada por la juventud, el sexo y el poder, y rehuimos todo aquello que nos evoca la vejez y la decrepitud” (Ibíd. Pág. 32)
1º Resistencia: “se caracteriza por una inicial confusión y un esfuerzo por conservar la vida, pero que concluía con rapidez, en una ineserada aceptación de la muerte, dando paso a una especial tranquilidad” (Peña y Lillo, Sergio. “Las experiencias del Túnel y el Bardo”. Ed. Grijalbo, Stgo. de Chile, 2006. Pág. 26) 2º Análisis de la propia vida: “por lo general, consistía en una revisión rápida y panorámica de sus principales acontecimientos” (Ibíd.)
3º Experiencia “beatífica” y “mística”: “sumergidos en un estado de paz desconocida, relatan increíbles visiones religiosas y cósmicas”
“Fueron precisamente estos sujetos los que le permitieron conocer detalles de gran importancia, como por ejemplo, el comprobar con posterioridad la exactitud de lo que dijeron haber “visto” u “oído” aquellos enfermos que estuvieron hospitalizados al referirse a los actos y comentarios de médicos y familiares, mientras se encontraban en aparente “coma clínico”. La mayoría relataba “estar flotando”, a una distancia indefinida, de su propio cuerpo físico. Sin duda, la verificación personal que efectuó, confirmando la veracidad de lo que había ocurrido y de lo que se conversó junto al enfermo, nos obliga a descartar que en estos casos se hubiera tratado de meras “ensoñaciones” o “fantasías oníricas”, ya que de ser así, no podrían haber percibido lo que acontecía en su entorno, debiendo suponerse la existencia de “percepciones extrasensoriales”” (Ibíd. Pág. 28)
Sergio Peña y Lillo, después de su estudios partir de lo investigado por Heim, Moody, Noyes , Rimpoché, Whitton y Fisher, Michael Sabom y otros, considerando sus propias experiencias con sus pacientes, insiste en “la extraña y común regularidad de una “secuencia” de acontecimientos que se desencadenan de acuerdo a un orden que sugiere la existencia de un “proceso preestablecido”:
Peña y Lillo destaca la existencia de grabados realizados 500 años antes que el Dr. Moody publicara su primer libro;"Vida después de la vida", los que asombrosamente, coinciden con su relato del ascenso del alma hacia la luz sobrenatural. Es el caso de "La Ascensión al Empíreo" de El Bosco, pintura realizada hacia 1490; la que se encuentra en el Palacio Ducal de Venecia. (Imagen a la derecha), y que Peña y Lillo elige como portada de su libro "El Túnel y el Bardo".
2.3 La experiencia del Túnel
Desde mediados del S. XIX y durante 20 años, a raíz de una experiencia personal, el geólogo suizo Albert Heim recopiló y analizó informes de personas que habían sido declaradas clínicamente muertas. En 1892, concluye la similitud en todos esos relatos... Después de 80 años, en 1971, el catedrático de psiquiatría de la Universidad de Iowa, Dr. Rusell Noyes, revive lo investigado por Heim y analiza una serie de otros casos autobiográfico. Por cuanto son personas que aún siendo declaradas clínicamente muertas, son "reanimadas", Sergio Peña y Lillo las llamará experiencias de cuasi muerte, concluyendo que los fenómenos relatados no sólo son reales sino que manifiestan coincidencias en lo que distingue como tres períodos básicos:1º Resistencia: “se caracteriza por una inicial confusión y un esfuerzo por conservar la vida, pero que concluía con rapidez, en una ineserada aceptación de la muerte, dando paso a una especial tranquilidad” (Peña y Lillo, Sergio. “Las experiencias del Túnel y el Bardo”. Ed. Grijalbo, Stgo. de Chile, 2006. Pág. 26) 2º Análisis de la propia vida: “por lo general, consistía en una revisión rápida y panorámica de sus principales acontecimientos” (Ibíd.)
3º Experiencia “beatífica” y “mística”: “sumergidos en un estado de paz desconocida, relatan increíbles visiones religiosas y cósmicas”
Destaca el Psiqu iatra Peña y Lillo las investigaciones del Dr. Raymond Moody, con estudios sobre la
base de 150 sujetos seleccionados, dando lugar a dos libros: “Vida después de la Vida” (1972) y “Más sobre la vida después de la vida” (1977) con estudios y relatos de más de 150 casos:
Vida después de la vida. Relatos directos estudiados por Dr. Moody (1 y 2)
Sergio Peña y Lillo, después de su estudios partir de lo investigado por Heim, Moody, Noyes , Rimpoché, Whitton y Fisher, Michael Sabom y otros, considerando sus propias experiencias con sus pacientes, insiste en “la extraña y común regularidad de una “secuencia” de acontecimientos que se desencadenan de acuerdo a un orden que sugiere la existencia de un “proceso preestablecido”:
- Desconcierto y agitación inicial,
- Desdoblamiento corpóreo,
- Visión desde cierta distancia (por lo general “flotando” encima de la escena) de su cuerpo que suponen muerto y de los esfuerzos médicos por resucitarlo,
- Aceptación de lo que ocurre en un estado de paz agradable,
- Aparición de “espíritus” que reconoce como amigos o familiares previamente muertos y de “seres de luz” que le inducen a una visión panorámica de su vida,
- Encuentro con un muro o barrea que le impide continuar,
- Conciencia-transmitida “telepáticamente” de que debe regresar a la vida,
- Resistencia por el deseo de continuar en el estado de felicidad sobrenatural en que se encuentra,
- Ingreso al cuerpo real,
- Carácter inefable de lo vivido que no logra comunicar y que lo decide a no intentarlo nuevamente,
- Repercusión profunda de la experiencia con un claro enriquecimiento personal tanto de lo valores como en la conducta posterior, en un sentido espiritual.” (Ibíd. Págs. 30-31).
Peña y Lillo destaca la existencia de grabados realizados 500 años antes que el Dr. Moody publicara su primer libro;"Vida después de la vida", los que asombrosamente, coinciden con su relato del ascenso del alma hacia la luz sobrenatural. Es el caso de "La Ascensión al Empíreo" de El Bosco, pintura realizada hacia 1490; la que se encuentra en el Palacio Ducal de Venecia. (Imagen a la derecha), y que Peña y Lillo elige como portada de su libro "El Túnel y el Bardo".
La experiencia del Bardo
Mientras la experiencia del Túnel ocurre en la vida actual y puede ser estudiada con medios científicos tradicionales, en este caso, el único aval científico es la narración de quienes bajo trance hipnótico profundo, acceden a lo que les habría ocurrido después de la muerte de una vida anterior y antes de volver a encarnarse. No se trata de experiencias de cuasi muerte sino de muerte y "transmigración de almas". El Dr. J Whitton ignoraba las tradiciones tibetanas, cuando descubrió la existencia e importancia del Bardo, a través de las regresiones hipnóticas y con fines terapéuticos que realizaba a sus pacientes; por ya más de quince años. Fue un hecho casual: Buscando datos de interés para sanar a una de sus pacientes, como era habitual la hizo "regresar" a varias vidas anteriores. La frase habitual era "retroceda a una existencia anterior". Pues esta vez, por distracción le dijo: "Vuelva a su vida anterior". En un comienzo Whitton no entendía lo que ocurría; pues las descripciones de la paciente eran totalmente diferentes a las de la vida terrenal. El médico volvió una y otra vez sobre la grabación de la entrevista, hasta entender que había llevado a su paciente a una "zona intermedia" entre encarnaciones. Allí empezaron sus investigaciones sobre estas vidas intermedias, llevando ahora a los enfermos intencionadamente a ellas.
El Bardo sería, entonces, "el "verdadero hogar" del hombre, donde el espíritu descansa y se recupera, al mismo tiempo que asimila la experiencia de su última "vida" en el contexto de las anteriores para así elaborar el "proyecto kármico"que le parece más conveniente para continuar el desarrollo espiritual de su "alma", en su próxima existencia terrenal" (Sergio Peña y Lillo. Ob. cit. p.48) La estadía en el Bardo es de paz, de autocrítica que analiza logros y límites no superados, virtudes y defectos, bien y mal causados. La necesidad y decisión de volver a tener una vida terrenal sería consecuencia de un impulso innato al progreso espiritual "venciendo los defectos que aún no habían podido superar y que sólo pueden lograrse en las "existencias terrenales", que serían los únicos períodos de posible corrección y aprendizaje" (Ibíd. p. 41)
Quienes mueren antes de nacer o en la primera infancia, vuelven a los estados bárdicos para esperar otra condición más favorable para reencarnar.
El suicidio. Tanto en el caso de la cuasi muerte y la experiencia del Túnel como de muerte y evocación del Bardo, las experiencias negativas se intensifican: autorreproches por el dolor que causan y no poder comunicarse con sus familiares o amigos para consolarlos. En el caso del Túnel no ven la luz ni experimentan felicidad. En el Bardo les angustia saber que deberán volver a enfrentar la situación que intentaron evadir. No se trata de descalificaciones ajenas sino autorreproches.
La tradición oriental piensa q ue el suicida deberá permanecer largo tiempo en ese estado de dolor y autorreproches, como castigo por haber actuado no contra una voluntad divina sino por "haber roto las reglas" de su propio proyecto kármico. Ahora bien, dado el estilo de vida, en constante meditación, de los budistas tibetanos,son muy excepcionales los casos suicidio.En esos casos, dice el maestro tibetano Rimpoché que se requiere de maestros experimentados que guíen esas almas para liberarlas y sigan su curso kármico, esto es, renacer para reparar el error. Es el sentido las oraciones y rituales de las religiones occidentales , que piden a Dios y/o seres celestiales que ayuden a que el deudo siga su camino.
Patologías. Quienes han sido diagnosticados de coma grave e incluso muerte clínica -muerte cerebral y muerte encefálica (con compromiso del bulbo raquídeo y pérdida de la respiración espontánea), con electroencéfalogramas planos de 12 y 24 horas, al recuperarse están lúcidos y sin secuelas. El premio nobel de biología -Sir John Eccles- descubrió que sólo en el hemisferio dominante (el izquierdo en los diestros) estaría la conciencia y su documentada conclusión de que la mente autoconsciente no tiene localización en ninguna parte del cerebro, pudiendo estimarse como una supraindividualidad espiritual o un diferente "cuerpo etérico"capaz de separarse del organismo carnal"
El Bardo sería, entonces, "el "verdadero hogar" del hombre, donde el espíritu descansa y se recupera, al mismo tiempo que asimila la experiencia de su última "vida" en el contexto de las anteriores para así elaborar el "proyecto kármico"que le parece más conveniente para continuar el desarrollo espiritual de su "alma", en su próxima existencia terrenal" (Sergio Peña y Lillo. Ob. cit. p.48) La estadía en el Bardo es de paz, de autocrítica que analiza logros y límites no superados, virtudes y defectos, bien y mal causados. La necesidad y decisión de volver a tener una vida terrenal sería consecuencia de un impulso innato al progreso espiritual "venciendo los defectos que aún no habían podido superar y que sólo pueden lograrse en las "existencias terrenales", que serían los únicos períodos de posible corrección y aprendizaje" (Ibíd. p. 41)
Casos especiales a reflexionar
El aborto. Las experiencias del Túnel y del Bardo -dice Peña y Lillo- llevan a repensar los criterios de certeza, "particularmente en lo que se refiere a la decisión del momento real en que se inicia y termina la existencia " (Ibíd. p. 122) Igualmente, nos lleva a la reflexión sobre el aborto, sobre el sentido del cuerpo como hogar terrenal del alma. Los pacientes del Dr. Whitton relatan "haber estado "revoloteando" sobre la madre, tratando de dirigir su alimentación y su vida para la protección del feto en desarrollo en el cual han decidido vivir" (Ibíd 125). También se habla de encarnaciones de conjuntos de almas interconectadas; con misiones comunes... Por el fenómeno del olvido no se reconocen pero sí intuyen simpatías o antipatías sin explicación racional.Quienes mueren antes de nacer o en la primera infancia, vuelven a los estados bárdicos para esperar otra condición más favorable para reencarnar.
El suicidio. Tanto en el caso de la cuasi muerte y la experiencia del Túnel como de muerte y evocación del Bardo, las experiencias negativas se intensifican: autorreproches por el dolor que causan y no poder comunicarse con sus familiares o amigos para consolarlos. En el caso del Túnel no ven la luz ni experimentan felicidad. En el Bardo les angustia saber que deberán volver a enfrentar la situación que intentaron evadir. No se trata de descalificaciones ajenas sino autorreproches.
La tradición oriental piensa q ue el suicida deberá permanecer largo tiempo en ese estado de dolor y autorreproches, como castigo por haber actuado no contra una voluntad divina sino por "haber roto las reglas" de su propio proyecto kármico. Ahora bien, dado el estilo de vida, en constante meditación, de los budistas tibetanos,son muy excepcionales los casos suicidio.En esos casos, dice el maestro tibetano Rimpoché que se requiere de maestros experimentados que guíen esas almas para liberarlas y sigan su curso kármico, esto es, renacer para reparar el error. Es el sentido las oraciones y rituales de las religiones occidentales , que piden a Dios y/o seres celestiales que ayuden a que el deudo siga su camino.
Patologías. Quienes han sido diagnosticados de coma grave e incluso muerte clínica -muerte cerebral y muerte encefálica (con compromiso del bulbo raquídeo y pérdida de la respiración espontánea), con electroencéfalogramas planos de 12 y 24 horas, al recuperarse están lúcidos y sin secuelas. El premio nobel de biología -Sir John Eccles- descubrió que sólo en el hemisferio dominante (el izquierdo en los diestros) estaría la conciencia y su documentada conclusión de que la mente autoconsciente no tiene localización en ninguna parte del cerebro, pudiendo estimarse como una supraindividualidad espiritual o un diferente "cuerpo etérico"capaz de separarse del organismo carnal"
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