lunes, 2 de julio de 2018

3. El duelo. La tanatología.


¿De qué depende la forma como enfrentemos la muerte de un ser amado, significativo en nuestras vidas?  ¿Cómo enfrenta la muerte un niño, un adolescente, un adulto medio, un adulto mayor, una persona en estado senil? ¿Se enfrenta del mismo modo, si se trata de una muerte anunciada a si se trata de una muerte imprevista? ¿De qué modo influyen nuestras creencias y nuestra concepción de la existencia misma? ¿Tenemos miedo a la muerte; a lo que haya o no más allá de ella o a la forma de morir? ¿Cómo podemos ayudar(nos) a sobrellevar un duelo, es decir, la pérdida de alguien importante en nuestras vidas?

Recomiendo la película “Two Weeks”, USA/2006 del Director y guionista Steve Stockman. A través de esta película podrán vivenciar cómo cuatro hermanos enfrentan, de modo muy diverso, las dos últimas semanas de vida que quedan a su madre moribunda, por cauda de un cáncer terminal.  


En el film “Shadowlands”, Reino Unido/1993, del Director Richard Attenborough, podrán asistir al duelo que sufre el teólogo y escritor, entre otros, de las Crónicas de Narnia, C.S. Lewis (llamado en la vida cotidiana Jack). Se trata del duelo de un hombre ante la muerte de su amada, de su esposa Helen.  Sin embargo, no es en esta película donde encontraremos el relato completo de su duelo, sino en los apuntes sueltos que Jack escribe para sentirse acompañado consigo mismo, para interrogarse e interrogar a Dios y, finalmente, para descubrir que es un error pensar que Helen “está muerta”. La película es excelente, pues sus actores logran traernos a la presencia a Helen y a Jack y, a través de ellos, al amor y a la agonía; a la fe y a la inseguridad, la rebeldía.  De los escritos, de las emociones, confusiones y superación del duelo con mayor profundidad y detalle, podemos saber a través del libro “Una pena observada” que es publicado posteriormente a la muerte de C.S. Lewis (Jack), por el hijo de Helen y escritor Douglas Gresham quien escribe su prólogo. (Lewis, C.C. (1995) “Una pena observada”. Chile:  Andrés Bello)


                                                               “Shadowlands
La Tanatologìa y algunos principios

La tanatología es el estudio de la muerte, desde las diversas dimensiones humanas; en orden a ayudar a enfrentarla en forma digna, en paz, acorde el ritual y necesidades de quienes participan de esta parte de la vida y, según cada credo, de este paso trascendente.

2.1. 2  Principios de ayuda al moribundo

      Pues bien, intentaré deducir y presentar los principios, del modo más claro y fundamental,  que debiéramos tener presente para acompañar y asistir a quienes se encuentran en situación de enfermedad terminal o moribunda: 

1.  Demos paso a una comunicación abierta, sincera… 

2. Creemos una atmósfera de confianza, tranquilidad; sin tensiones; de tal forma el enfermo sienta que puede hablar, preguntar, reír, llorar sin restricciones. No le interrumpas, discutas o restes importancia a lo que te expresa: emociones, pensamientos, creencias, preocupaciones, ansias, deseos, etc. 

3. Aprendamos a escucharle y a aceptarle. Siéntate junto a él-ella, como si tuvieras todo el tiempo y para ti fuese lo más importante. A veces, lo más importante es escucharle, mirarle con cariño, tomarle una mano, abrazarle... 

4. Hagamos uso de nuestro sentido común y del humor: “El humor es algo maravilloso para aligerar la atmósfera 8…) romperla exagerada seriedad y la intensidad de la situación. Así pues, utiliza el humor con tanta habilidad y delicadeza como seas capaz” (Ibíb. p. 228) 

5. Reaccionemos con calma ante inesperadas iras del moribundo: “No pienses que esa cólera se dirige realmente contra ti; si comprendes de qué profundidades de miedo y aflicción surge, evitarás reaccionar a ella de modo que pueda perjudicar la relación entre vosotros” (Ibíb. p. 228) Es común que haya reacciones que son de ira y culpa contra todo, todos, si mismo y nadie: pasará. 

6. “La muerte saca a la luz muchas emociones reprimidas: tristeza, insensibilidad, culpa e incluso envidia al que está sano” (Ibíb. p. 231). Ayúdele a que no reprima ninguno de esos sentimientos… Después de esas oleadas de dolor, frustraciones, rabias, vendrá el sosiego, la calma… “Sólo has de estar allí tan plenamente presente como puedas. Y si experimentas mucho miedo y ansiedad y no saber qué hacer, díselo sinceramente y pídele ayuda a él mismo.” (Ibíb. p. 231). 

7. No digamos al moribundo que no debe estar triste. Recuerda que se está despidiendo de toda una historia de vida, familia, amigos, recuerdos, cosas, mascotas, trabajo, casa, cuerpo, mente… Así como habrán momentos de alegría, risas, reflexión, calma, inquietud, habrán momentos para las lágrimas.

8. No prediquemos recetas espirituales propias; lo que sí demos hacer es ayudarle a que se ponga en contacto consigo mismo, hasta que encuentre su ser y con ello su propia y auténtica fe, esperanza y fuerza espiritual. 

9. No nos propongamos ser salvadores de todas las personas mueren.  Quien muere, muere como es él y no como quieres que sea.  Debes aceptar al moribundo para que sea él quien recorre el camino hacia su verdadero ser. Lo más importante es que le demuestres un amor incondicional, sin presionarle, sin expectativas; sólo así se sabrá aceptado. No es fácil; más aún si hay resentimientos por parte de alguno, sufrimientos… Ponte en su lugar (ello te ayudará a entenderlo y saber qué hacer) “Imagina que eres tú quien está en su cama afrontando la muerte. Y entonces pregúntate seriamente ¿Qué es lo que más necesitaría si me encontrara muriendo? ¿Qué me gustaría más? ¿Qué desearía realmente del amigo que ha venido a verme?” (Ibíb. p. 230) 

10. Decir la verdad sobre la condición de moribundo… Generalmente la persona lo sabe, lo intuye pero espera que otros le hablen de ello; se lo confirmen. “Creo que es esencial decirle la verdad; es lo mínimo que se merece. Si no le decimos la verdad, ¿cómo podrá prepararse para la muerte? ¿Cómo podrá llevar las relaciones de su vida a una conclusión verdadera? ¿Cómo podrá atender los numerosos asuntos prácticos que deben resolver? ¿Cómo podrá ayudar a los que quedan atrás y han de seguir viviendo después de su partida? 


11. Las personas – aunque moribundas, no son moribundas: son personas y quieren ser tratadas como tales. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario